La narrativa como medicina del alma
Antes de tener palabras ya teníamos la narrativa —esa forma primitiva de ordenar el caos— la que empezó a darle un borde al dolor. Escribir no es contar lo que pasó: es darle un lugar a lo que todavía arde adentro.
🌬️ El origen emocional del lenguaje
Siempre me ha llamado la atención ese detalle extraño: el primer lenguaje humano pareciere que no fue la palabra, pareciere que fue la emoción.
Un gesto, una tensión en el cuerpo, un intercambio de energía que decía más de lo que la mente podía comprender.
Sabemos que muchos animales se comunican entre ellos, forman narrativas. Narrativas primitivas pero finalmente narrativas.
🧩 Cuando ordenar el mundo se volvió necesidad
Quizá la narrativa nació allí, no como historia, sino como una forma primitiva de organizar lo que se sentía.
Antes de tener palabras ya teníamos secuencias, patrones, anticipaciones.
¿En qué momento eso se volvió narrativa?
No lo sé.
Nuestra mente busca darle significado a lo que en ocasiones puede no tenerlo.
Buscamos darle sentido al dolor de una manera u otra. Dolor en el estómago, hambre o tal vez una comida que cayó mal. Dolor en los músculos; puede ser cansancio o una herida. Dolor en el alma… mucho más complejo de dilucidar.
✍️ Escribir como medicina (y no metafóricamente)
Hace poco descubrí un texto:
Forming a Story - The Health Benefits of Narrative
Que traduce a “Formando una historia - Los beneficios de la narrativa”, comenzar a narrar, generar una historia coherente, nos reduce esos dolores que podemos tener en lo más profundo de nuestro ser.
Un dolor que no tiene explicación, pero que está ahí. Nuestra mente y nuestro cuerpo lo manifiestan.
El dolor es eso que nos saca de nuestro estado de homeostasis, de equilibrio interno, y nos hace tomar acción para no seguir igual.
Este estudio nombra el hecho de que personas que se toman el tiempo de escribir y organizar ideas tienen una tendencia a reducir sus visitas médicas. Ese es el hecho, pero allí hay algo mucho más profundo.
Es un hecho que escribir reduce la ansiedad, ordena el caos emocional, da cohesión a la identidad y además de eso mejora el sistema inmune.
Formar una historia nos ayuda a entender el dolor, comprender el dolor nos ayuda a encontrarle un sentido. A integrar completamente todas esas partes que pueden estar dispersas.
🌒 Cuando escribir fue lo único que tenía
Personalmente, empecé a escribir después de un momento de quiebre; no tenía claro quién era yo en este mundo.
Escribir comenzó a darle estructura a mi mente, no es algo que ocurrió de la noche a la mañana, tomó muchos años y sin duda fue una herramienta poderosa.
La narrativa fue mi forma de regular un sistema nervioso que estaba en guerra.
Y cuando entendemos el dolor, no solo lo sanamos: también lo volvemos significativo. Porque no todo dolor se cura; pero todo dolor puede convertirse en dirección.
Durante mis años más oscuros, narrar fue la única forma en la que pude darle forma a algo que por dentro se sentía caótico. Ponerlo en palabras no me salvó de inmediato, pero sí me dio un lugar desde donde mirar mi dolor sin sentir que él me controlaba.
🌐 Del dolor al bien: lo que revela la conexión
En este blog se exponen dos ideas centrales.
El dolor es materia prima ética, lo podemos transformar en bien o mal; podemos usar el dolor para justificar el dolor a otros o más bien para ser más compasivos con los otros.
La compasión implica empatía, la empatía implica conexión con el otro y la conexión finalmente implica supervivencia.
Bien es sabido que la soledad o la exclusión nos genera dolor, activa las mismas regiones que el dolor físico. También que esa soledad cambia nuestra fisiología, nos hace más vulnerables a enfermedades y cambia incluso nuestro genoma.
🌱 Eudaimonía: cuando el dolor encuentra dirección
Por ello hoy día tengo la idea de que la conexión implica reducción del dolor, la reducción del dolor implica el bien según el utilitarismo, esa teoría filosófica que nos propone que la manera correcta de actuar es aquella que maximiza el bienestar y minimiza el sufrimiento para la mayor cantidad de seres posibles.
Por ello, si reducir el sufrimiento o el dolor se ve al narrar, es un camino que, como Aristóteles diría. Es un camino que lleva a la eudaimonía.
Aristóteles usaba esa palabra griega para hablar de algo más profundo que la felicidad: el florecimiento humano. No es sentirse bien por momentos, sino vivir de tal forma que la vida tenga coherencia, dirección y sentido. Es cuando tus actos, tus emociones y tu razón empiezan a alinearse, no porque todo esté perfecto, sino porque lo que haces nace de un lugar más íntegro.
La eudaimonía es ese estado donde uno no huye del dolor, sino que lo integra y lo transforma en carácter.
✉️ Subscríbete
La narrativa no cura mágicamente. Pero nos devuelve algo más importante: el control interno. Y cuando recuperamos el control sobre nuestra historia, recuperamos también nuestro propósito.
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En la ciencia de la conexión, estos gestos generan resonancia afectiva orientada hacia el bien y contribuyen a transformar el dolor en significado.